Tecnología en Comunicación

2 Los malos de la película

…contame la peli que vimos hoy

-¿porqué querés que te la cuente, si vos también la viste? ¿no la entendiste?

-mmm… creo que sí, entendí la peli que vi, pero quiero que me cuentes la que viste vos.

Dicen que Walter Graziano en «Nadie vio Matrix», revela inquietantes secretos del poder del mundo que opera en las sombras, se trata de clanes del petróleo y las finanzas que lo controlan todo. El mismo año de la publicación de ese libro, pudimos ver Zeitgeist: The Movie, 118 minutos de documental que sostiene la misma tesis, a los que se sumaron los 123 minutos de Zeitgeist: Addendum y los 161 minutos de Zeitgeist: Moving Forward. Muestran la existencia de una sinarquía que maneja todo y a todos. Hay que buscar a esa gente mala y sacarle el poder para construir otro poder en manos de gente buena y todos felices. El problema se presenta cuando tratamos de identificar a los malos de la película. Si bien los autores identifican algunos nombres y familias, al intentar descubrirlos nos perdemos en una maraña mundial de complicidades que sostiene todo como está.

Desde la perspectiva del estructuralismo funcional de Lhumann, podríamos interpretar que cada uno de nosotros contribuye a sostener las cosas como están. Cada uno de nosotros, en su historia personal, se fue posicionando en una función que lo sostiene en el mundo y sosotiene el mundo como está. Algunas funciones son claves otras son menores pero lo que subrayo es que para las instituciones, los humanos somos sujetos en tránsito. A su vez, para la sociedad las instituciones son sujetos en tránsito, el movimiento de aparición y desaparición de instituciones no puede detenerse, es lo que necesita el mundo social para ser tal. La primera vez que vi las instituciones como sujeto, fue gracias a un ejemplo que nos dió Esther Díaz, ella estaba hablando del sentido y quiso subrayar cómo, el sentido, es una construcción social espontánea que pone la institución; para que veamos la institución emergente, ahí en el hecho social, se refirió a la institución con minúscula y puso como ejemplo la institución: ómnibus y la institución: puesto de venta de comida, en donde el trasfondo da sentido a los discursos aceptables, por ejemplo «dame un pasaje» en el primer caso y «con mostaza» en el segundo, dos expresiones breves y comprensibles gracias al sentido que ponen las instituciones ómnibus y puesto de comida. Después sugirió cambiar los mensajes y decirle al colectivero «con mostaza» y «dame un pasaje» al comerciante. Nos reímos y aceptamos que la institución pone el trasfondo que da sentido. Personalmente me quedé sorprendido, porque un puesto de comida pudiera ser una institución. Siempre imagine el término institución aplicado al gobierno, la justicia, la escuela, etc. Desde entonces veo cómo las instituciones fluyen a mi alrededor, basta un hecho social para que se genere una institución, buena o mala, alta o bajita, trascendente o efímera.

Al enterarme de la afirmación de Graziano sobre lo que él vió en Matrix, se me ocurrió contarte la película, como la vi yo. En la wikipedia describen que el argumento comienza con el descubrimiento del protagonista de que su mundo es una simulación virtual a la que se encuentra conectado mediante un cable enchufado en su cerebro. Miles de millones de personas que viven (conectadas) a su alrededor, están siendo cultivadas del mismo modo para poder dar energía a las máquinas. Para sostener eso, presentan una división tajante entre máquinas y humanos. Vamos a reflexionar sobre eso. Ya mencioné que mi objetivo es mostrar que sos comunicación, sos tecnología en comunicación, por lo tanto, según esta tésis, todos nosotros somos tan artificiales como las «máquinas», la diferencia radica en un proceso de naturalización que nos deja de éste lado de la división hombre/máquina. Si miramos hacia atrás, en la división mamífero/hombre, no resulta tan clara la condición «natural» de los humanos. Creo que fue Alejandro Piscitelli quien me señaló que el conocimiento viene destruyendo nuestro ego, a fuerza de suturar las diferencias entre nosotros, humanos, y todo lo demás. Galileo mostró que no era especial nuestro planeta, que hay continuidad entre la tierra y el universo y abrió la puerta que termina en suponer la existencia de un Big Bang organizador. Darwin mostró la continuidad entre la humanidad y otras especies, Freud mostró la continuidad entre nuestro yo psíquico y nuestro yo físico. Miller y Urey comprobaron que, en el origen de la vida, hay continuidad entre lo vivo y la materia inorgánica. Maturana y Varela muestran la continuidad entre los metacelulares y las sociedades. En cada una de esas fusiones se describe un proceso de aumento de complejidad con aparición espontánea de estructuras que antes no existían. En todos esos procesos, algunos pensamos que fue fundante la comunicación. Las cosas emiten o reflejan señales de algún tipo que otras cosas comienzan a percibir. Esas señales pueden aceptarse como  mensajes a partir de que tienen significado y adquieren sentido para otras entidades. El sentido permite la acomodación mutua o el rechazo. Si se acepta lo anterior, la comunicación es el primer paso de algo que se organiza. Por lo tanto la comunicación es infinitamente anterior a la conciencia y el pensar. La comunicación lo construye todo y puede considerarse tanto natural como artificial, según de que lado de la diferencia entre etapas evolutivas, se sitúa el observador. Las señales siempre estuvieron ahí rebotando entre entes, hasta que algunos entes fueron capaces de percibirlas e interpretarlas. Al concebir el orden, el proceso de organización de la vida y la sociedad, como tecnología en comunicación, ya sea de lo vivo, lo psíquico o lo social, el enchufe al cerebro de los Matrixianos, es equivalente a los medios masivos que nos sostienen enchufados a una realidad construida y controlada por instituciones. Solo que en nuestro mundo, las instituciones, cultivan personas como proveedoras del pensar para cumplir una función, también comunicativa, que necesitan para existir como tales instituciones.

Desde acá tengo que dirigirme a explicarte cómo el proceso continua hoy en las redes sociales, organizando mundos y cómo, superficialmente, dejaríamos las cosas libradas al azar, si nos refugiáramos en creer en conspiraciones y sinarquías.

Tarea que espero lograr contando películas, como La guerra del fuego, Que bello es vivir, Terminator, y otros trabajos descomunales de comunicación, que vengo seleccionando y  acumulando en http://termodinamicadelosmedios.blogspot.com.ar/

Ahora me voy a correr al parque Saavedra, porque mi naturaleza, mi sistema físico de locomoción, la máquina que me sostiene, que me provee los caballos de fuerza para mi trabajo, necesita un mantenimiento periódico. Pero antes te cuento lo que dicen en un pedacito, de un capítulo de Joan de Arcadia (hasta hoy está en http://youtu.be/xCmPIaBAjnk) «…cada elección es un movimiento y cada movimiento conforma el siguiente, y te cambia a tí y a los demás…» Si como dije antes, cada uno de nosotros, en su historia personal, se fue posicionando en una función que lo sostiene en el mundo y sostiene al mundo como está, al ser conscientes de las conexiones, podríamos tratar de ver qué cosas del mundo cambian con nuestros actos y cuales, dependen de otros. Esos otros, ya sean personas o instituciones, son autónomos y se adaptan a los cambios del entorno por su exclusivo interés o necesidad. Solo en la medida que nos veamos como entorno de aquellos, podremos influir.

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Un comentario en “2 Los malos de la película

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